domingo, 29 de marzo de 2015

La onomatopeya del latido

El corazón de un ser humano sólo comienza a latir al decimoctavo día de su existencia. Desde entonces latirá unas cinco mil millones de veces sin detenerse hasta pararse completamente. Así, el corazón de una ballena late siete veces por minuto y el del colibrí ronda las mil. También me contaron que este pajarillo no vive más de un año, pero que la ballena vive un montón. Y entonces empecé a preguntarme si estamos midiendo el tiempo de la manera correcta. Si la naturaleza, con un guiño de lo más humorístico, no nos había dado ya un tic tac constante en nuestras vidas para recordarnos que la vida es eso. Que la vida es cada latido y no cada minuto. Es cada una de las cosas que nos aceleran el pulso y hacen que el tiempo vuele. Y que aunque nos acerque un poco más a la muerte, esa es la única manera de vivir.