martes, 14 de diciembre de 2010

La de rayas, su preferida

A veces se sorprende a sí mismo pensando la forma de salir de allí. Otras, como ahora, cuando sólo puede pensar en mordisquear el melocotón que olvidó sobre la encimera de la cocina. El melocotón era su fruta, sin duda. Le vuelve loco su sabor exótico, sus pigmentos cálidos, el tacto agradable.
Las camisas de rayas también habían sido sus preferidas, sin embargo ha perdido el gusto por los trazos horizontales, así sin más y de un día para otro. Recuerda con ternura los aromas, guarda en su cabeza pequeños cajones que abre al pronunciar el nombre de las cosas. Piensa en esa camisa, la de rayas, su preferida; y se abre la gaveta que le empuja a inspirar fuertemente, haciendo ademán de llegar hasta el armario, el de su casa, y distinguir la mezcla de detergente y suavizante tan perfecta que ella conseguía. Despierta aturdido de ese trance momentáneo y se toca la ropa. No huele a jazmines ni a lo que demonios fuese aquello que guardaba en la memoria, simplemente no olía y el tacto no era, ni mucho menos, parecido al de un melocotón. Aquello eran recuerdos, tan o más importantes que las imágenes o los objetos. Nunca fuera había percibido su importancia. Ahora siente que el olfato es lo único que le une con el exterior.

1 comentario:

  1. Haciendo grandioso algo aparentemente "mínimo".
    Qué bien escribes ;)

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