miércoles, 13 de julio de 2011

A la carta

El sudor en sus mejillas le hacía reflejar los restos del enorme festín que había degustado. Inclinó el asiento hacia atrás y se llevó la mano al crecidísimo vientre que había cosechado. Como pudo, esbozó una leve sonrisa de complicidad a su acompañante de banquete. Habían devorado el tiempo y solo era el primer plato.

1 comentario: