martes, 19 de julio de 2011

Alabama

Alguien le dijo que no existían los Reyes Magos. En ese momento dejó de creer en todo lo demás. Al fin y al cabo, no tenía sentido la fe si la única noche mágica del año estaba envuelta en esa burda parafernalia. Ni los tres vasos de leche, de la mejor para sus majestades, iban a convencerle esta vez para formar parte del espectáculo. Se puso los cascos, más grandes que sus propias palmas, a un volumen casi aturdidor, capaz de convertir en meros susurros los villancicos que dejaba tras sus talones. Había decidido trazar un plan de vida, buscar un camino menos absurdo y más digno que el de resignarse a vestir trajes brillantes y barbas postizas algún día de su incierto futuro. Atrás quedaban, a ritmo de blues, la inocencia y neutralidad que le caracterizaban.

2 comentarios:

  1. echo de menos tener miedo por las noches

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  2. No debió creer a ese "alguien"; ya se sabe, la fe se mueve por las montañas en camello. Triste...

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