jueves, 23 de febrero de 2012
Luces, cámara...
En la cocina, su padre con gracioso bigote parecía degustar los cordones de una bota aun humeante en el plato. Su madre de un portazo abrió la puerta del salón y señalándolos gritaba "¡Mirad, estos son vuestros hermanos!" con un extraño acento alemán. Todo había tomado un cinematográfico color gris, y un cuarteto de cuerda se encargaba de la banda sonora para tan absurda situación. En el salón, una decena de personas convertía un banquete en fiesta al son de "Gooble Gobble" gritándole con euforia que era uno de los suyos, golpeaban fuertemente la vajilla de cristal, aunque habían dejado claro que la aceptaban en la mesa.
Lo intentaría por la puerta de atrás, pero allí estaba él con gabardina ondeante y un avión a sus espaldas.
Espera, esta me la sé ¿Siempre nos quedará París?
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Aquel día me quedé dormido mientras veía Metrópolis, supongo que estaba muy cansado.
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