Se hundía en el colchón mientras se concentraba en cada una de las partes de su cuerpo. Un brazo, una pierna, un pulmón. Y es que no podía respirar ya con la misma fuerza, ni caminar la misma distancia.
Le faltaba una mitad, debió habérsela dejado al comprar el pan.
martes, 23 de agosto de 2011
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Seguro que no le faltan mitades para afrontar lo que surja, seguro que merecerá la pena al resto compensar la distancia para minimizar la mutilación en sentido contrario.
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